SEÑOR ¿A QUIÉN IREMOS?

18
Jul

Segundo Noviciado CINAB 2023

“Señor ¿A quién iremos?” … Ha sido la pregunta que nos ha acompañado durante esta bella experiencia que se nos ha permitido vivir. Ha sido un tiempo de releer, de volver a tomar nuestra vida personal desde la historia de amor y salvación que Dios ha tejido con cada una de nosotras. El Segundo Noviciado de la CINAB contó con la participación de 11 junioras de 6 inspectorías: Perú, Bolivia y Colombia, quienes continuamente nos dejamos interpelar como Pedro para vislumbrar el paso de Dios por nuestras vidas.

Un segundo noviciado itinerante, así como lo es el seguimiento de Jesús, con unos objetivos claros que nos han permitido visualizar y comprender que no somos producto de la casualidad y o del azar, sino del amor, del pensamiento y del acontecer de Dios en nuestra historia. Nos propusimos en este tiempo: Relanzar el camino de la santidad cotidiana desde la identidad de FMA para responder en fidelidad al proyecto de Dios, retomar la historia de vida, conjugada con la vida salesiana, para confirmar el llamado fiel y gozoso, de la alianza perpetua con el Señor, profundizar el sentido de la vida como FMA a la luz de la Palabra de Dios y los acontecimientos de la cotidianidad y renovar la entrega al Señor de manera consciente haciendo relectura del camino vocacional, para seguir fortaleciendo su amor misericordioso que nos sostiene y nos impulsa en la misión de ser generadoras de vida.

Durante este tiempo hemos fortalecido nuestra identidad de consagradas, viviendo estas tres etapas: La primera fue conocernos y adentrarnos en la experiencia, Villa San José Girardota nos acogió y allí en este primer encuentro se desplegó un horizonte de oración, apoyo teológico y experiencia de fe. Profundizamos la narrativa bíblica. Nos acompañaron con su valiosa iluminación el padre Diego Bedoya y el padre Hernán Cardona.

Como segundo momento abordamos la riqueza de la comunidad y la fraternidad acompañadas por el Padre Armando Álvarez sdb, quien desde Fratelli Tutti nos invitó a sanar heridas, a vivir en lo esencial el llamado y escuchar cada día el acontecer de Dios en el otro. Desde la distancia, en modalidad on line sor Liliana Montaño nos acompañó en la reflexión sobre la filiación mariana, significado del ser Hijas de María Auxiliadora.

Tuvimos la alegría de visitar el monasterio de los Hermanos Contemplativos en Girardota y, acompañadas por el padre Andrés Jaramillo, renovamos la importancia de ser contemplativas, de vivir una oración que sea verdaderamente culmen y opción de nuestra misión. Nos invitó a ser mujeres consagradas con identidad mariana. Fue un espacio que a todas nos inspiró, pudimos compartir con todos los hermanos, escucharlos, tener un espacio de fraternidad, almorzar juntos, orar juntos y dejarnos impregnar de las luces del Espíritu que en ese lugar se siente en cada espacio. Allí retomamos los artículos de oración para hacer memoria de esta en la vida de cada una.

Otra etapa fue en Casa Inspectorial CMM, llegar a la comunidad provincial y sentir que cada hermana y espacio estaba pensado para acogernos con alegría salesiana. En este lugar profundizamos en nuestra identidad personal y de FMA, acompañadas por sor Yolima Posada. Fue una experiencia profunda y significativa en esta línea, que nos llevó a confrontarnos con nuestros estilos relacionales, a afrontar los desafíos de cada una de las

etapas en la construcción de la propia identidad y a adquirir algunos elementos que nos permiten conocernos mejor a nosotras mismas y a los otros; las trampas vitales en las que caemos, tantas heridas que debemos sanar para agradecer y continuar nuestra respuesta. Abordamos también el tema de la identidad virtual que nos compromete a saber estar en las redes.

Con sor Sandra Ortiz nos adentramos en la ecología integral que nos pide una respuesta personal audaz y generosa desde nuestra pobreza

Retomamos acompañadas por sor Gladys García, los consejos evangélicos desde las Constituciones, recordando que, con el don que hemos recibido vivimos estos dones con más conciencia, cada uno afirmando las virtudes teologales. Fueron 3 días intensos, de retomar, de pensar y comprometernos con nuestro sí eterno desde la experiencia personal para vivir en fidelidad y felicidad nuestro ser mujeres, hermanas, hijas consagradas.

Desde Roma, sor Lucrecia Uribe nos acompañó para fortalecer nuestras relaciones interpersonales con items muy interesantes que nos retaron a tejer con el hilo de la misericordia nuestras relaciones comunitarias.

Contamos, con el valioso aporte de sor María Victoria Montoya, quien desarrolló el tema de los votos desde la palabra y la vida de la Madre Mazzarello y de don Bosco. Retomar la Cronohistoria, el Maccono, las Cartas, las conferencias, buenas noches, fue una experiencia que volvió a encender la pasión por el “da mihi animas coetera tolle” y el “a ti te las confío”. Una opción esponsal que indudablemente necesita de una respuesta con una identidad clara.

Agradecemos a sor Olga Lucía Vélez quien acompañó este espacio de Segundo Noviciado, aportando, sintetizando, dando un hilo conductor a los temas abordados. Con ella desarrollamos la importancia de reescribir nuestra historia y retomar el proyecto de vida, compartiendo algunos retos y necesidades en esta etapa formativa.

Para terminar, realizamos los ejercicios espirituales acompañadas y guiadas por sor María Teresa Aguirre, quien nos ayudó a profundizar cada palabra del ritual de profesión y terminar de hacer la síntesis vital de toda la experiencia.

Saborear y deleitarnos con la palabra de Dios, con los salmos, con la riqueza compartida de una vida que se dona por opción y no por impulsos. Compartir la vida en todos los aspectos, también los encuentros de distensión, fueron un punto importante en esta hermosa experiencia, donde tuvimos la oportunidad de conocer lugares, disfrutar y gozar en fraternidad. Fue una experiencia pensada para enriquecer cada una de las dimensiones del ser humano.

Agradecemos a cada una de nuestras Inspectoras, a la CINAB, a la Inspectoría Santa María Mazzarello, a sor Sara Cecilia Sierra, a sor Olga Lucía Vélez y a sor Claudia Bermúdez, quienes soñaron cada detalle y plasmaron en nuestros corazones una verdadera experiencia que marcará nuestra vida para siempre.

Por Sor Juliana González, CMM

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