La joven es invitada a “dejar la orilla”, a pensar en el norte que quiere para su vida, a conocer y comprender su propia historia. Así, después de una sincera búsqueda, la joven “arriba a buen puerto”, y descubre que su vida es un don que ha recibido gratuitamente por parte de Dios y que está llamada a agradecerlo, compartiéndolo con los demás.