“HAZTE CAPACIDAD, QUE YO ME HARÉ TORRENTE”

10
Dic

Motivación al día de retiro – 5 de diciembre de 2020  

Iniciamos nuestra Asamblea, momento especial de animación en la vida de la Inspectoría, donde todas estamos invitadas a participar en un clima de oración, discernimiento y de propuestas que apunten al bien, a la fidelidad y santidad de cada una. 


 
 

Como primer punto y en esta mañana de oración, de Retiro, vamos agradecer la presencia de Dios y su acontecer en nuestra vida personal y en la Inspectoría, en una marcha con luces y sombras, con alegrías y dificultades. Nos disponemos a este encuentro con Dios, como mujeres consagradas, en camino de conversión, movidas por el Espíritu… 

Necesitamos tomarnos este tiempo de Retiro Espiritual, para encontrarnos, para “estar con Jesús”: para escucharle y confrontar nuestra vida con su Palabra, para ver si realmente nos dejamos encontrar cada día y de qué manera colaboramos con ‘El, en su acción formativa y transformante.

Podemos iniciar preguntándonos: ¿En qué ponemos el acento como mujeres orantes? ¿En el rigor, la ascesis, el afán de experiencias carismáticas, la búsqueda de lo maravilloso, de lo fundamental? ¿Qué buscamos?   

Cuando abrimos el espacio a la oración nos sentimos llamadas a vivir guiadas por la fe, con esa luz que arde en el corazón. Estamos ante lo esencial de la vida cristiana: la vida teologal. No conviene andarse por las ramas. La fe es el medio que Dios nos ha dado para unirnos a él, y, por lo tanto, para atravesar todo momento de dolor, de dificultad, de enfermedad que en este año de manera especial hemos vivido. «Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo» (Sal22).

Jesús libre y peregrino en la oración 

Recorriendo el Evangelio de Marcos y la entrada de Jesús en Cafarnaúm, encontramos que tras la puesta del sol multitudes de enfermos se acercaron al Maestro para ser sanados, fue este un duro día, una larga faena… sin embargo, por la noche, el Señor se dedicaba a la oración.  

Para Jesús, la oración era entrar en la intimidad con el Padre, que lo sostenía en su misión, como sucedió en Getsemaní, donde recibió la fuerza para emprender el camino de la cruz. Toda su vida estaba marcada por la oración, tanto privada como litúrgica con su pueblo.  

Nos dice el Papa que «Jesús rezaba como cualquier hombre, pero su modo de hacerlo estaba envuelto en el misterio. Esto impactó a sus discípulos y por eso le pidieron: ‘Señor, enséñanos a rezar’. Jesús se convirtió así en maestro de oración para ellos, como quiere serlo también para nosotros». el primer paso para entrar en encuentro con Dios es la humildad”, porque “la oración humilde es escuchada por el Señor”, 

La historia de cada persona es la historia de su oración. Así se puede decir de cada FMA: la historia de una FMA es la historia de su alianza de amor con Jesús y de su dinamismo apostólico. La oración es el parámetro de la maduración espiritual de una persona, de su intimidad con Jesús, de su fuerza de amor y de su ardor misionero. 

Las personas de oración están llenas de energía, amor, renovación y creatividad apostólica. Esto es evidente en nuestros Fundadores. Don Bosco ha sido identificado con la expresión “Don Bosco con Dios” y Madre Mazzarello “mujer de Espíritu Santo” que vive habitualmente en la presencia de Dios, como una prolongada atención de amor y de esta profunda comunión irradia alegría, esperanza, amor, dinamismo misionero.

La oración es, pues, una dimensión constitutiva de la identidad de la FMA. Como los votos, la comunidad, la misión, la oración es don, es vocación antes qué esfuerzo humano, y al mismo tiempo es camino dinámico en un proceso de formación continua. 

El icono carismático de Mornese es evocado en el art. 38 y en el art. 48 con una referencia explícita a Madre Mazzarello. Se encuentra al inicio y al final del capítulo, casi insinuando que todo el capítulo hay que verlo en la perspectiva de la comunidad de los orígenes y de su estilo orante. El estilo de Mornese es una oración que impregna la vida y una vida – con sus dificultades y alegrías – que se convierte en encuentro con Dios en la trama del cotidiano.  

La existencia de nuestras primeras hermanas está impregnada de oración porque todo es vivido en la presencia de Dios y por tanto asume una impostación dialógica y contemplativa.1 

El encuentro con Dios en este día de Retiro nos invita pues, a la escucha, a la conversión, a la gracia. La santidad despoja de todo lo que no es Dios «Descálzate porque el terreno que pisas es santo» (Ex 3,5). Hasta poder decir: «Yo te conocía solo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos» (Job 42,5). 

Entra en él, en su corazón, sin miedo. «Hazte capacidad y Yo me haré torrente» (Palabras del Señor a Santa Catalina de Siena). «Para venir a gustarlo todo, no quieras tener gusto en nada» (San Juan de la Cruz). 

Siempre guiados por el Espíritu, que nos lleva a la verdad completa (cf Jn 16,13) Y lo hacemos por los caminos de la interioridad, del silencio, de la reflexión. Si no nos damos un tiempo diario de silencio y soledad para la oración nuestra vida carece de significado, alegría, de experiencia humnas. 

Concluyo con las palabras de San Ignacio de Loyola: “Ora como si todo dependiese de Dios y trabaja como si todo dependiese de ti”. Así vivieron Madre Mazzarello y Don Bosco. 

Elementos de de la fe para ser orados:  San Pablo VI

Dios es la realidad más profunda de mi ser. 

Somos templos del Espíritu de Dios. 

Jesucristo habita en mí: santuario de Dios. 

Dios es más yo que yo mismo. 

Dios es el centro de mi centro. 

Dios es vida de mi vida. 

Dios es más íntimo que mi propia intimidad. 

En medio de estas sequedades, cansancios y aprietos, muchas veces, cuando menos piensas comunica Dios al alma suavidad espiritual, amor puro y noticias espirituales» (San Juan de la Cruz). 

Será hermoso, en este tiempo de Adviento, repetirlo: “Señor, enséñame a rezar”. Todos podemos ir algo más allá y rezar mejor; pero pedírselo al Señor. “Señor, enséñame a rezar”. Hagámoslo en este tiempo de Adviento, en este día en especial y él ciertamente no dejará que nuestra invocación caiga en el vacío 

PREGUNTÉMONOS 

  • ¿Qué lugar ocupa Dios en nuestro servicio educativo y de anuncio del evangelio? ¿Cómo suscitamos o despertamos interrogantes con sentido, opciones de vida en las jóvenes y en los jóvenes?  
  • Con nuestra existencia fiel, alegre y contagiosa no sólo respondemos a los desafíos, sino que podemos lanzar desafíos nuevos. Nuestra existencia es un milagro permanente, está bañada de santidad. ¿Sabemos verla así y será que los destinatarios lo perciben? 
  • ¿Qué quiere decir exactamente convertirse al amor? ¿Cuáles son las exigencias de tal conversión? 
  • ¿Qué quiere decir para ti, que el encuentro con Jesús cambia la mentalidad, el modo de pensar, de hablar, de hacer? ¿Tengo, de verdad, el deseo de dejarme cambiar o hago lo posible por evitar que Él me alcance por medio de las diferentes mediaciones? 
  • ¿Estamos convencidas que el encuentro con Jesús transforma nuestra vida y nuestras relaciones y estalla en el deseo de comunicarlo? 

Abandonémonos en las manos de Dios en este momento de Retiro. Deja que resuenen en tu interior estas palabras: 

Canto 


«Señor, tú me sondeas y me conoces; 

me conoces cuando me siento o me levanto, 

de lejos penetras mis pensamientos; 

distingues mi camino y mi descanso, 

todas mis sendas te son familiares. 

No ha llegado la palabra a mi lengua, 

y ya, Señor te la sabes toda. 

Me estrechas detrás y delante, 

me cubres con tu palma. 

Tanto saber me sobrepasa, 

es sublime y no abarco. 

¿Adónde iré lejos de tu aliento, 

adónde escaparé de tu mirada? 

Si escalo el cielo, allí estás tú, 

si me acuesto en el abismo, allí te encuentro» (Sal 138). 


PARA TERMINAR   

Ora dando gracias: 

Padre, gracias por estar este rato con nosotras. Te adoramos y te alabamos, porque nos comunicas tu vida. 

Señor Jesús, gracias por tu Redención, por tu Palabra, por tu deseo de caminar siempre a nuestro lado. Tú eres nuestra fe. 

Espíritu Santo, gracias porque nos guías hasta la verdad completa y nos ayudas a creer. 

¡OH VERDAD MARAVILLOSA! ¡SÉ TÚ LA LUZ DE NUESTRO CORAZÓN!

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