Pintando nuestro propio camino, lideres Escuela Normal Superior María Auxiliadora de Copacabana.
Hace poco más de tres años comenzamos un camino, fuimos muchos los que recibimos la invitación a recorrerlo, también muchos los que lo iniciamos y hoy estamos los que perseveramos y no dejamos de caminar a pesar de las adversidades, no dejamos de caminar aún cuando por la pandemia se nos prohibía transitar las calles y reunirnos, tampoco cuando por fin después de mucho tiempo estábamos de regreso a la institución y por las inclemencias del clima y los azares de la vida vimos cómo nuestro camino se iba cayendo poco a poco hasta derrumbarse casi por completo.
Ya no podíamos encontrarnos en la Normal y como muchos de los pobres de nuestro país nos vimos desplazados, separados y forzados a recorrer otros caminos, pero también a través de ellos encontramos el sentido de nuestro ser lideres, no renunciamos a seguir formándonos, porque sabíamos que teníamos la tarea, la gran responsabilidad de seguir pintando, construyendo nuestro propio camino, de seguir aprendiendo el arte de liderar.
El camino entonces se convirtió en el símbolo de nuestro proceso, empezamos ya no solo a caminar hacia un mismo lugar en el que podíamos hacerlo todo, ahora caminábamos hacia una nueva sede que nos acogía para estudiar, caminábamos a otra sede para encontrarnos como lideres y seguir formándonos, caminábamos también con los chicos del grado sexto y séptimo que deseosos de vivir una experiencia diferente se quedaban para recrear junto a nosotros el tan conocido oratorio salesiano, no podíamos quedarnos en el mismo lugar donde en la mañana estudiábamos y por eso salíamos juntos y recorríamos las calles de Copacabana, irradiando la alegría del carisma y en búsqueda del espacio adecuado, como en su época lo hizo muchas veces el padre y maestro de los jóvenes Don Bosco.
No perdimos nunca la esperanza y por eso con profundo gozo y gratitud recorrimos un nuevo camino, el que nos permitió regresar a la Normal y retomar muchos procesos, nos dimos cuenta que ahora debíamos empezar a recorrer caminos desconocidos, ver otras realidades, las de los niños más pobres y desfavorecidos que también necesitaban de nosotros. Como animadores comunitarios hicimos la elección por dos espacios que anteriormente otros lideres ya habían transitado, dos poblaciones profundamente urgidas de atención, de personas capaces de visibilizar su situación, pero sobre todo de hacerles experimentar el gran valor que tienen como seres humanos.
El Cabuyal, una vereda de Copacabana y algunas calles de Prado centro fueron esas dos comunidades que recorrimos, observamos, acompañamos y de las cuales aprendimos, ir hasta allí forjó en nosotros la capacidad de sacrificio, el deseo de servir, la responsabilidad y la autonomía para tomar decisiones.
El camino o más bien los caminos que hemos transitado durante este tiempo, no han sido fáciles, pero los asumimos como un reto del cuál hoy nos sentimos orgullosas porque gracias a este recorrido podemos decir que en nosotras se ha sembrado el compromiso de apostar por un mundo diferente en el que se valore la vida, se ha forjado el deseo de servir y se ha fortalecido la autonomía que nos permite tomar decisiones en favor nuestro y de aquellos que más nos necesitan.
Gracias Universidad Pontificia Bolivariana, gracias hermanas Hijas de María Auxiliadora, gracias familias y gracias compañeros por permitirnos aprender el arte de liderar pintando nuestros propios caminos.
Sor Bibiana y grupo de líderes