Soy Avigail Londoño, una joven apasionada por el MJS y el carisma salesiano, tengo quince años y curso Undécimo grado en el Colegio Hermana Virginia Rossi.
El 23 de julio, emprendí un viaje que traía consigo nuevos retos, desde ese momento supe que después de esa experiencia nada volvería a ser igual en mi vida y en mi Fe, tengo un compromiso grande y es “Anunciar lo que vi y experimenté”, porque la Fe se comparte.
Estuve rodeada de muchos jóvenes de diferentes inspectorías, en total éramos sesenta y nueve peregrinos de la Colombia Salesiana.
La experiencia de vivir en comunidad me dejó muchas enseñanzas. Lo más significativo era caminar con jóvenes de diferentes lugares del país, la oportunidad de compartir un poco: la cultura, el carisma; fue algo maravilloso, uno en estas experiencias aprende del otro y se da cuenta que más allá de un YO es un NOSOTROS, como lo decía el Papa Francisco: “La comunidad es una escalera que te acerca a la santidad.”
Tuve la dicha de vivir la pre-jornada visitando las raíces de nuestro carisma, donde todo comenzó… Mi primera parada fue en Mornese, Italia, lugar que sin duda alguna quedó grabado en mi corazón, llegar allí, fue conectarme enseguida con el origen del Instituto. Al ver las montañas y los viñedos pareciera que hablaran y contaran la gran historia de amor entre Dios, Maín y el pueblo. Estuve visitando la casa nativa de Madre Mazzarello, en la cual experimenté una mezcla de emociones, me dejé interpelar por la vivencia cotidiana de Madre Mazzarello, recorrer el camino a la “Valponasca”, me hizo imaginar a Maín caminando junto a nosotras. Llegar a la “Ventana de la Valponasca” suscitó un encuentro cara a cara con Jesús, una linda oportunidad para renovar mi Fe y amor por el carisma.
La segunda parada de la pre-jornada fue el paso por la “Basílica de María Auxiliadora”, sí esa de la que tanto nos hablan en el mes de mayo, es inmensa, bella y llena de símbolos. Estar allí fue una experiencia inexplicable, cuando entras sientes y oyes en tu corazón, te das cuenta de que “Ella lo ha hecho todo” porque cada ladrillo cuenta un milagro, es conmovedor. Lo primero que vi, fue el cuadro que Don Bosco mandó hacer en honor a nuestra madre, María Auxiliadora, no me explico cómo puede haber tanta belleza expresada ahí.
El vuelo de la juventud. Después de recorrer estos lugares del norte de Italia, nos dirigimos a Portugal, sede de la JMJ. Si contara todo lo vivido no alcanzarían las hojas, resalto momentos y encuentros como la fiesta mundial del MJS, ver miles de jóvenes del mundo entero que son tan salesianos como nosotros, me permitió confrontarme con el carisma y entender de que esto no es de unos cuantos, sino que trasciende barreras y que el sueño de Don Bosco sigue cobrando vida en el rostro de cada uno de los jóvenes que deciden aceptar en su corazón el carisma salesiano. Todos volamos desde lugares lejanos para ser la juventud del Papa, de Don Bosco y de Madre Mazzarello.
Con el corazón fortalecido, ya estaba lista para vivir con intensidad esa linda jornada que quedó impregnada en mí. La “Jornada Mundial de la Juventud” convoca a jóvenes que se unen por un solo sentir, nuestra Fe, la Iglesia.
Ver a tantas personas rezar y cantar, me hizo saber qué hay jóvenes capaces de seguir a Cristo, jóvenes con coraje. Las palabras del Papa Francisco quedaron escritas en mi corazón, entendí que somos obras maestras únicas y originales… que no somos números, sino rostros, porque Jesús nos llama tal y como somos y no cómo quisiéramos ser; también el papel que jugó nuestra Madre María fue fundamental. Ella nos enseña que cuando uno ama, corre, vuela y se alegra, porque la alegría es misionera.
Para concluir, la JMJ dejó una huella impregnada en mí, dándome la oportunidad de conocer jóvenes, hermanas y muchas más personas que se volvieron rayos de luz en mi vida. Los momentos vividos y las risas compartidas hacen de este maravilloso evento uno de los mejores en mi vida, sin más, también me gustaría agradecer a Dios y a la Auxiliadora, a mi familia y a las hermanas que hicieron este sueño realidad, porque me permitieron vivir tan hermoso encuentro.
Recuerden “En la vida sólo hay una cosa gratis y es: El amor de Jesús”