
Amar como el Maestro
A 25 años de mi primer sí como hija de María Auxiliadora, puedo decir que el Señor ha sido bueno conmigo y este es el motivo de mi alegría. Sí, 25 años vividos en la costa atlántica, en el Chocó y en Antioquia, en diferentes comunidades y servicios, buscando hacer la voluntad de Dios, con alegría y con dolor, recordando esa clara, pero, no sencilla máxima: “hay que amar hasta que duela”, amar como el Maestro, amar como el Amor.
Con frecuencia hablando a solas: con Él y conmigo, me doy cuenta que su presencia y compañía son permanentes y recuerdo las palabras de la Madre Mazzarello: “Conserva en cuanto puedas el espíritu de unión con Dios. Vive constantemente en su presencia”; y me he comprometido hacer vida esto.
Debo dar gracias a mi familia por tanto amor, a la hermana Luz Vásquez, quien hace muchos años, llevando la comunión a mi papá y a mi mamá, les hizo una pregunta: don Evelio y doña Teresa ¿Cuál de sus hijas le van a dar al Señor? Y yo tras una pared decía: A mí, a mí.
También doy gracias a Margarita Sierra y a su familia, ella con tanto cariño me acompañó y orientó no desde idealismos, sino desde el gozo de la entrega; agradezco también a sor Rosalba Zuluaga, a sor Judith Rivera, que además fue mi maestra, un gracias inmenso por su compañía cariño, respeto y espera paciente
Realmente son muchísimas hermanas, unas ya en el cielo y otras caminando en la esperanza con fe y amor, Gracias de corazón a las hermanas de mi comunidad María Inmaculada, en Manaure Balcón del Cesar, ellas han sido muy importantes en mi camino, su presencia, amista y amor, me han ayudado a ajustar muchas “piezas”… en mi vida.
Gracias por el cariño sincero, por las palabras a tiempo y a destiempo, por el buen testimonio y también porque, desde los errores propios o ajenos, he podido crecer y hasta madurar un poquito. Gracias igualmente a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes con quienes he compartido la vida, gracias a los educadores y laicos con quien vivo y he vivido el espíritu del sistema preventivo; gracias a las exalumnas y exalumnos y a los salesianos cooperadores que desde su vocación laical han aportado tanto en mi camino, a mis hermanos Salesianos de Don Bosco, a tantas amigas y amigos, que de corazón han estado cerca.
Termino con el salmista, quien desde el Salmo 99, me da cada vez motivos de esperanza: “El Señor es Bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades”.
– Sor Eliana Hernández


