
La fe se vive, se respira y se comparte.
Con mochilas cargadas de ilusión y el corazón dispuesto a encontrarse con Dios, 74 peregrinos entre sacerdotes, religiosas, laicos y jóvenes emprendieron un viaje que fue mucho más que recorrer kilómetros: fue una experiencia transformadora de fe, fraternidad y alegría.
Barcelona fue la primera parada. Allí, el majestuoso Tibidabo, el encanto del Barrio Gótico y la solemnidad de Montserrat prepararon el espíritu. La Misa en la Sagrada Familia el 24 de julio fue el preludio perfecto para el gran destino: Roma.
En tierras italianas, el grupo se dejó impregnar por la espiritualidad de Asís, la fuerza del mensaje del Papa León en el Ángelus, el silencio profundo de las catacumbas y la belleza sin igual de San Pedro, Santa María la Mayor y San Pablo Extramuros. Cada paso fue un recordatorio de que la fe se vive, se respira y se comparte.
Nuestro encuentro con el carisma fue el “SYM Jubilee Festival”, en la noche del 30 de julio la plaza frente a la basílica de San Juan Bosco se convirtió en el escenario para congregar a cinco mil jóvenes del MJS y compartir una tarde de presentaciones artísticas, musicales y teatrales a cargo de los grupos juveniles procedentes de los distintos territorios donde está presente el MJS. La noche culmino con la vigilia eucarística animada por el padre Rafael Bejarano, consejero General para la Pastoral Juvenil de los salesianos de Don Bosco, seguida de la tradicional “buenas noches” del Rector Mayor de los Salesianos, el padre Fabio Attard, y de la Madre General de las Hijas de María Auxiliadora, Madre Chiara Cazzuola.
El punto culminante llegó en Tor Vergata. Allí, en una vigilia multitudinaria bajo las estrellas, miles de jóvenes de todo el mundo cantaron, rezaron y celebraron su fe junto al Santo Padre. El amanecer del 3 de agosto nos encontró en la Misa Jubilar, con el corazón encendido y el compromiso renovado de ser portadores de esperanza, ser luz al estilo salesiano.
La peregrinación concluyó con la visita a Niza y el regreso a casa, pero con la certeza de que este Jubileo no se cierra: empieza cada día, en cada gesto de amor y de fe.
Las voces de nuestros jóvenes:
“Mi experiencia en el Jubileo de los Jóvenes, será un momento profundamente especial que guardaré para siempre en mi corazón, así como la Virgen también atesoró en el suyo, tantos instantes que compartió junto a Jesús.
Durante estos días descubrí que Dios quería hablarme a través del mismo amor que nos une a todos los seres humanos, a pesar de nuestras diferencias en lengua, estilo de vida o cultura. Todos somos uno en el espíritu de Cristo.
A veces me quedo sin palabras o simplemente, me conmuevo al recordar lo que con fe y esperanza, viví allí.
Sin embargo, dentro de mí queda una certeza muy grande: el Señor nos llamó a su encuentro; a salir de nuestra realidad y a dejar a un lado la rutina, para viajar a kilómetros de distancia y dejarnos sorprender por Él.
Creo que haber recibido la invitación de participar, era algo que Jesús tenía preparado para mí, pues necesitaba apartarme un poco de mis actividades diarias, para que yo comprendiera con claridad lo que Él espera de mí en la vocación en la que deseo seguirlo.
Ahora, comprendo que debo acoger la invitación del Papa, y así ser el mensaje de esperanza en medio de un mundo sediento de verdad. He reafirmado que hoy, más que nunca, tenemos que convertirnos en la generación de santos que sabe encontrar a Dios en la amistad auténtica y en la respuesta valiente.” (María Paula Peláez López, estudiante de 11° Colegio María Auxiliadora, La Ceja).
“Mi paso por Roma ha sido una vivencia profundamente salesiana, donde cada rincón de la ciudad me recordó la fuerza del carisma de Don Bosco y la actualidad de su sistema preventivo. Caminar por estas calles impregnadas de historia me hizo experimentar cómo la espiritualidad salesiana se vive desde la presencia alegre, el acompañamiento cercano y la confianza en la gracia divina sigue teniendo sentido en nuestra Iglesia. En la oración, en los encuentros con la gente y en el contacto con la tradición viva de los santos, descubrí que Roma no es solo un lugar de piedras antiguas, sino un espacio donde se renueva la vocación: estar con los jóvenes, acompañarlos con paciencia y esperanza, y ser signo del amor de Dios en medio de la vida cotidiana, como soñaba Don Bosco.” (Jesús Rafael Palacio Góez, FJS, egresado de la Normal Pedro Justo Berrío, Santa Rosa).
Sin duda tal como lo dijo el Papa León XIV: “Contagien a los que encuentren con el entusiasmo y el testimonio de su fe”. Además, León XIV nos compromete como jóvenes salesianos con un mensaje profundo y esperanzador: “Aspiren a cosas grandes, a la santidad, allí donde estén. No se conformen con menos”. Ha sido una experiencia inolvidable donde la fe crece y se contagia.
-Sor Juliana González


