Somos sal y luz de la tierra
Somos sal y luz de la tierra fue la consigna que acompañó al grupo de misioneros de la Inspectoría, entre los días 13 al 23 de diciembre realizaron su misión en la hermosa tierra de Manaure-Cesar, una experiencia que sin duda marcó cada una de sus vidas.
Sor Valeria cuenta su experiencia en la vereda Canadá:
Desde el momento en que supe que iba a ir para una vereda mi corazón se lleno de muchos sentimientos, pues sabía que allí iba a vivir un sin fin de experiencias. Llegamos el miércoles 15 de diciembre a la vereda Canadá, una de las más grandes de Manaure, y de inmediato pudimos experimentar la acogida de las personas que nos encontramos y el deseo que había en ellos de tener una experiencia junto a Dios. Llegar a un lugar desconocido nunca es fácil, sin embargo, la cercanía y la sencillez de los “vecinos” del Canadá hicieron que poco a poco nos sintiéramos en casa.
Nunca olvidaremos las caminadas que diariamente hacíamos para llegar hasta la escuela y poder encontrarnos con los niños y los jóvenes; las visitas a las familias que, aunque lejanas la una de la otra compartían el mismo amor por la tierra y por Dios que les había dado ese inmenso regalo; los niños que nos acompañaban en cada uno de nuestros trayectos, sus sonrisas, historias y anhelos; la cercanía y el calor de hogar que cada uno de los habitantes de esta hermosa vereda tuvieron con nosotras.
La vereda Canadá me enseñó que la vida está hecha de pequeños milagros, que es solo por medio de la sencillez que se puede descubrir la presencia de Dios, y que aun cuando no se posean muchas cosas materiales, la alegría de saber que nunca se está solo permanece siempre. Sin duda siempre llevaré en el corazón todo cuanto viví y aprendí en medio de esta hermosa tierra.
El grupo estaba integrado por misioneros de diversas partes de Antioquia y de Barranquilla; entre laicos y hermanas eran 30, 30 corazones que sin dudarlo abrazarían la novedad y la belleza de ser sal y luz.