Durante la primera semana de pascua, se realizó la celebración para recibir las Actas del Capítulo General XXIV, en un clima de fiesta por este regalo que nos entrega el Instituto, en el cual se expresan la fecundidad y belleza del evento capitular vivido como un tiempo de gracia en escucha dócil del Espíritu Santo y de los desafíos educativos que emergen de la vida de los jóvenes, las jóvenes y las familias de los diferentes países en los cuales estamos insertas.
La Asamblea Capitular, dejándose iluminar por la presencia de Jesús y María en las bodas de Caná, hace tres opciones imprescindibles:
– Estar en formación continua para un nuevo impulso vocacional.
– Caminar en sinodalidad.
– Trabajar en red en la óptica de la ecología integral.
Tres acciones cuyo hilo conductor es “la profecía de la presencia”, es decir, nuestro «estar ahí» en el mundo contemporáneo, personalmente y en comunidad. Todas somos conscientes de que el Capítulo dará fruto en la medida en que se viva en las comunidades locales, ya que es aquí donde el carisma se desarrolla, entra en la historia y fermenta la vida y las acciones cotidianas.
Recibir las Actas nos compromete personalmente a comprender los desafíos del mundo actual en la búsqueda comunitaria de la voluntad de Dios, en fidelidad al espíritu de los Orígenes para un seguimiento apasionado de Cristo y un nuevo dinamismo apostólico que nos haga ser auténticas generadoras de vida.
Por Sor Olga Lucía Vélez