EL LEGADO DE TERE

16
May

Gracias por ser un regalo para todos nosotros.

Con el alma llena de emociones y el corazón cargado de gratitud, me dirijo a todos ustedes para rendir homenaje a una mujer que significó mucho para nuestra comunidad educativa. Me refiero a María Teresa, nuestra querida Tere, como cariñosamente la llamábamos todos.

Hablar de Tere es recordar una vida entregada con amor desbordante y un compromiso inquebrantable. Durante más de 20 años, dedicó su vida a la Institución Madre María Mazzarello, siendo una presencia fundamental en cada rincón de este colegio. Su trabajo no solo se reflejó en los proyectos que lideró, sino también en la vida de cada estudiante, docente y miembro del personal que tuvo el privilegio de conocerla.

Tere no pasaba desapercibida, pero no por lo que decía, sino por cómo lo decía. Cada palabra suya era un refugio, cada mirada un consuelo. Su calidez, su ternura y su capacidad de transmitir esperanza con una sola frase, marcaron la diferencia en muchos momentos. Siempre sabía decir lo que era necesario, lo justo y lo verdadero, pues su presencia ofrecía un sentimiento de paz, de hogar.

Aunque su partida nos sorprendió durante la Semana Santa, una época que simboliza tanto la muerte como la esperanza en la resurrección y la vida eterna, estoy convencida de que su luz sigue brillando. Tere se fue a descansar, a llevar consigo la alegría y el amor que brindó a todos los que tuvimos la alegría de cruzarnos en su camino. Su legado no solo se queda en las acciones que emprendió, sino también en las vidas que transformó y en el amor que sembró.

Tere fue una de esas personas que llegan sin hacer ruido, pero lo cambian todo. Me amó como si fuera parte de su familia, siempre estuvo pendiente de mí, no por obligación, sino porque su corazón era vasto, cálido e inagotable. En los momentos más difíciles, me levantaba, me animaba y me aconsejaba cuando más lo necesitaba. Nunca dejó de creer en mí, incluso cuando yo misma dudaba de mis fuerzas.

Hoy, aunque ya no esté físicamente entre nosotros, siento su presencia en cada rincón de este colegio, en cada sonrisa, en cada gesto solidario que se realiza en su nombre. Extraño su risa, su andar tranquilo y esa fe inquebrantable que nos transmitía. Pero, más allá de la tristeza, sé que su amor fue tan grande que no se ha ido del todo. Vive en cada uno de nosotros.

Mi querida Tere, gracias por habernos amado tanto, por habernos dado tu vida sin esperar nada a cambio. Gracias por ser un regalo para todos nosotros. Te llevas un pedazo de nuestro corazón, pero también nos dejas tu luz, que seguirá guiándonos y cuidándonos desde donde estés. Que sigas, como siempre lo hiciste aquí, acompañándonos con ese corazón tan generoso que nunca dejó de latir por los demás.

– Camila Muñoz Arias, estudiante de la I.E.M.M.M

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