Desde la conversión a la ecología integral

27
Ago

“Señor dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra” (Salmo 8,2)

Mirando nuevamente los documentos de la Iglesia y de manera especial Laudate Deum (Alaben a Dios) sobre la crisis climática, publicada 8 años después de Laudato si y que está dirigida “a todas las personas de buena voluntad” y tiene 73 numerales, dividido en 6 secciones, la primera de las cuales se titula La crisis climática global. En esta el Papa afirma: “Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes”.

Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos.

Sin duda alguna el valor de lo ecológico es un llamado urgente que compromete a cada persona, entendiendo que el magisterio del Papa y la deliberación del Capítulo General XXIV quieren que el sentido del respeto a la naturaleza llegue a constituirse en un valor que forme parte de la conducta cotidiana y sea el criterio humano que  permita una sintonía con su entorno ambiental, promoviendo acciones positivas que estimulen un uso ético de los recursos naturales para un equilibrio ecológico y social. Cuidar la casa común.

Es un compromiso no sólo para la comunidad sino de la escuela y la familia enseñar a las nuevas generaciones a custodiar la creación con sentido de responsabilidad, puesto que ello equivale a custodiar la vida humana. La ética exige un compromiso con el bien, con la verdad, con la vida.

La tierra nos necesita y frente a esta emergencia, el hombre y la mujer contemporáneos deben trabajar por una ecología humana que favorezca una convivencia social que proteja responsablemente la vida de todos con justicia, equidad y ternura.

Se trata entonces de dar un nuevo sentido a nuestras relaciones con los demás y con la naturaleza. La espiritualidad ecológica plantea crear una nueva alianza entre el ser humano y la naturaleza, para que no esté amenazado nuestro futuro como especie y desaparezca el peligro de extinción de la vida sobre la tierra; una nueva alianza que genere sentido de solidaridad con las generaciones futuras y que logre crear relaciones sociales dignas. Se trata de establecer vínculos de ternura, de cuidado, de fraternidad y solidaridad.

DELIBERACIÓN CAPITULAR

La Asamblea capitular, reunida en el 2021, se ha dejado interpelar por el grito de los jóvenes, de los pobres y de la tierra, y ha decidido implicar a todo el Instituto en un camino concreto y continuo de conversión a la ecología integral, asumiendo en red los siete objetivos de la ̒Laudato si’, en el espíritu del Sistema Preventivo.

Dado que todo está íntimamente relacionado, y que los problemas actuales requieren una mirada que tenga en cuenta los factores de la crisis mundial, es necesario considerar los distintos aspectos de una Ecología integral, que incorpore las dimensiones humanas y sociales (cfr. LS Cap. IV, n. 138-162).

Se requiere, por tanto, una atención especial por el ambiente unida al amor sincero hacia los seres humanos y a un constante compromiso ante los problemas de la sociedad” (LS, n.91).

Las comunidades y por ende las obras educativas han dado pequeños pasos en este sentido y se quieren compartir en este En Sintonía.

Sor Marleny Patiño

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