El lema de este mes misionero: “Corazones ardientes, pies en camino”
En el marco del Sínodo de la sinodalidad, un encuentro religioso o asamblea en la que los obispos, reunidos con el Santo Padre, tienen la oportunidad de intercambiarse mutuamente información y compartir experiencias, con el objetivo común de buscar soluciones pastorales que tengan validez y aplicación universal, hemos iniciado el mes misionero por excelencia, una oportunidad concreta para hacer el bien y replantear nuestros estilos de vida.
Desde hace varios años se ha venido trabajando en la encíclica Laudato Sí, se ha insistido en que sólo desde una conversión ecológica se podría contribuir verdaderamente al cuidado de la casa común, frenando la crisis ambiental y evitando un mayor desastre en todo nivel. Existe la consciencia que esto no se logra de un día para otro, que debemos seguir cultivando pequeños gestos que poco a poco pueden ahondar en esta cultura de conversión. Como dice el documento en el capítulo sobre Ecología integral, “un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión sobre los que tienen el poder político, económico y social”.
Hagamos realidad el lema de este mes misionero: “Corazones ardientes, pies en camino”, corazones ardientes para sensibilizarnos con nuestra madre tierra, con los pobres quienes son los principales afectados de todas estas situaciones; la sinodalidad no es sólo un asunto social sino también un asunto ambiental, como seres humanos hemos de saber que estar en sinodalidad significa estar unidos con aquello que nos habita, con aquello que somos, somos tierra, somos naturaleza; trabajemos juntos por aquello que es verdaderamente importante y que nos mantendrá con vida en el futuro, trabajemos unidos por intereses comunes de amor, cuidado y bien.
Sor Camila Naranjo